martes, 19 de junio de 2012

MI OTRA VIDA



Me llamo Violeta, tenía 17 años, y una gran familia. Amaba mi vida. Me llevaba genial con todo el mundo, o casi con todo el mundo, tenía grandes amigos y estaba enamorada. ¿Qué más podía pedir?.
Estaba a punto de llegar el gran día, aunque para mí todos los días eran grandes, pero me refiero a la excursión y a la acampada. Sólo íbamos los alumnos con excelente comportamiento, y con la suerte que tenía, dentro de esos alumnos se incluían mis amigos y mi hermano Ángel. Sí, iba a clase con mi hermano. Él tenía 15 años, yo era repetidora, aunque no me arrepentía de haber repetido, de no haber sido así no habría tenido tantísimos buenos amigos, ni mi capacidad de relacionarme tan desarrollada. En resumen, nunca me quejaba de nada.
El día anterior a la acampada me lo pasé hablando por Skype con mi mejor amigo Víctor, del que estaba enamorada, y no sabía si él sentía lo mismo, aunque el no saberlo era lo que me gustaba,  no tenía ninguna prisa por enterarme, porqué así vivía con más ilusión. Hablamos de qué llevaríamos y yo, como solía ser normal, me estresaba mucho, en cambio él, para nada. Si es que estábamos hechos el uno para el otro. Finalmente, a las  doce de la madrugada nos despedimos pero no pude  pegar ojo.
Al fin llegó el gran día. Los alumnos que no podían venir nos miraron de reojo al llegar al colegio y ponían unas caras... Pobrecillos, me sabía poner en su lugar, y los entendía, pero también pensaba que no era mi culpa que se hubieran portado mal a lo largo del curso, así que eso no me quitó para nada las ganas de ir  y disfrutar. 
Cuando llegó el bus menos mal que Víctor me llamó, porqué  yo estaba fantaseando con que él se colaba en mi tienda de noche y dormíamos juntitos y abrazados. Él se rió de mi empanamiento mental y a continuación me pidió que nos sentáramos juntos, no lo pensé dos veces, le dije  que sí de inmediato, pero no me acordé de que le dije a Luna que me sentaría con ella. Cuando entró en el bus y me vio sentada con Víctor me dirigió una mirada asesina encantadora. Eso me arruinó un poquito el viaje pero estaba demasiado contenta como para darle más importancia.
Y empezó el viaje, me encontraba muy a gusto a su lado, nos daba el sol de pleno,  y eso hacía que cuando  me miraba éste le diera en los ojos y se los hiciera de un color miel que me encantaba. Era perfecto todo. Volvía a fantasear... Me sacó de mi aturdimiento un ruido que provenía del walkie-talkie del conductor. Parecía haber problemas por la carretera en la cual estábamos adentrándonos. De repente tuve un mal presentimiento. 
Entonces vi una gran limusina negra en medio de la carretera, pero no estaba viniendo ni yendo, estaba de lado ocupando así toda la vía. Al conductor no le dio tiempo a frenar y...
Chocamos contra la limusina. De inmediato cogí de la mano a Víctor, él se giró rápidamente hacia mí intentando decir algo, ojalá fuera un ''te quiero'', pero yo le miré a los ojos, dónde no quedaba ya ningún rastro de luz. Y entonces todo se volvió muy oscuro pero de repente todo muy brillante, demasiado.
Me sentía muy extraña, vacía de alguna manera, parecía no estar en mi cuerpo. Y no lo estaba. Por un momento desapareció el brillo que no me permitía ver hacía un momento y me vi a mí, cogida de la mano de Víctor y a Víctor con los ojos cerrados y su cabeza estaba girada hacia a mí y su boca abierta, pero respiraba. Ángel estaba despierto pero algo ensangrentado, menos mal. La profesora se estaba quitando el cinturón para comprobar qué daños habíamos sufrido todos. El conductor tenía la cabeza apoyada sobre el volante. Menudo accidente, y menudo día para tenerlo.
De repente vi algo a mi lado, una sombra, que se iba volviendo más clara por segundos. Era Álex, una de mis mejores amigas, en ese momento empecé a llorar sin lágrimas. ¿Por qué nosotras? Suponía que no sabría la respuesta en lo que me quedaba de eternidad imaginaba. Nos había tocado suponía, pero ¿por qué no veíamos la luz como en las películas? Era todo muy extraño. Yo veía muchas series de fantasmas, así que imaginaba que nos quedaba algo pendiente en la tierra. A mí me quedaba Víctor. 
Yo y Álex queríamos asegurarnos de que todo estaba bien así que decidimos ir cada una con quién le importaba y ya nos veríamos más tarde. 
No me separé de Ángel y Víctor. Mis pensamientos iban muy pero que muy rápido. En el momento que estaba pensando en ellos pensaba también que quería aprender a comunicarme con ellos, quería informarme de alguna manera de qué podía hacer y qué no. De momento sabía que yo podía verlo todo y nadie podía verme a mí, excepto Álex. 
En poco tiempo descubrí que bastaba con querer ir a algún sitio y me tele-transportaba al instante. Esa habilidad me gustó mucho, me ahorraba tiempo, aunque era algo estúpido, ya que tenía todo el tiempo del mundo y no me cansaba haciendo nada.
Me tele-transporté al hospital, donde se encontraba Víctor. No me separé de su lado ya que sabía que Ángel se encontraba a salvo en casa e imaginé que estaría llorando y comunicando al resto de mi familia mi fallecimiento, así que preferí no ver éso y quedarme al lado de Víctor, sentía como si pudiera protegerlo.
Llegó su madre, con su hermano, no estaban llorando ya que él estaba a salvo, pero querían estar allí para cuando él se despertara, lo mismo que yo vamos. Y despertó, enseguida preguntó por mí y eso me llenó de felicidad y tristeza a la vez.
Yo decía ''estoy aquí'', pero no podía oírme, y eso me lleno de rabia. La rabia permaneció en mi de una manera controlable, como si pudiera guardarla y  utilizarla para algo. Pensé y  la dirigí hacia un ramo de flores que había sobre la mesilla, todas se marchitaron. Él se las quedó mirando, y no necesitó respuesta a su pregunta. Entonces empezó a golpear la cama y su madre intentó detenerlo. Víctor se levantó y se dirigió hacia la ventana, sacó la cabeza y gritó mi nombre, eso me llenó de pena, también podía guardarla. 
Víctor ya se encontraba en casa, cuando llegó se tumbó sobre su cama, pensativo, me entraron ganas de tumbarme a su lado, sé que he dicho que no me solía quejar, en mi vida fantasmal sí lo hacía, y mucho. 
Él iba a ducharse, así que decidí ir a mi casa para ver cómo iba la cosa. 
Al entrar, mis  perros se pusieron muy contentos de repente y empezaron a ladrar felices. Mi hermano los observó y supo qué quería decir eso. Entonces dijo mi nombre y miró a los lados. Me di cuenta  de que aunque lo que me guarde para utilizar sea pena, no importa  que para lo que la use sea algo alegre. Así que utilicé la pena que había  guardado antes para coger de la mano a mi hermano. Él alegró su rostro aunque le cayeron lágrimas. Yo hubiese hecho lo mismo, nos parecíamos mucho, y sabía que él creía tanto como yo en los fantasmas, y sabía que yo estaba allí a su lado, cogiéndolo de la mano. Qué pena que Víctor no creyera tanto como él. Despedirme de él para ir a otra vida no iba a ser fácil. Decidí pedir ayuda a mi hermano para que le transmitiera el mensaje. 
Al decidir eso pensé que tenía que encontrar a Álex, ya que dos cabezas piensan más que una, aunque esta una piense tan rápida y abiertamente como la mía. Me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde se encontraba Álex, y eso me estresó muchísimo. Salí fuera de mi casa y me dirigí andando a casa de Álex para ver si la encontraba. No estaba allí y me senté fuera, en la acera. Miré al frente, y vi apoyada en un árbol a una mujer con una capa con capucha negra, parecía ser de los míos, ya que me estaba mirando fijamente. Decidí acercarme, a lo mejor podía ayudarme. Y lo hizo. Me explicó  muchas cosas que podía hacer, y muchas otras que no. Podía utilizar mi energía para hacer muchas cosas, todo era mental, no hacia falta acumular pena o rabia. Me enseñó a hacerlo. Le di mil gracias y le deseé suerte. 
Como todavía no sabía dónde estaba Álex decidí ir a casa de Luna, con quien estaba peleada cuando fallecí. Al encontrarme delante de su casa miré por el gran ventanal que había en la entrada. Ella estaba sentada en el sofá llorando y explicando a su madre lo mucho que sentía no  haberse podido despedir de mí antes del accidente. Me supo  mal. Así que añadí eso a la lista de cosas que iba a encargar a mi hermano que dijera en mi nombre.
Fui al lugar del accidente, donde me  había separado de Álex. Allí estaba ella sentada, triste y pensativa. Le pedí que qué  le ocurría, y me contó que su familia estaba muy triste, yo le contesté  que lo raro hubiese sido que no lo hubiera estado, que se les pasaría con el tiempo. 
A Álex le llegó la hora de pasar a otra vida, ya que lo único que tenía pendiente en la tierra era despedirse de su familia, y ya lo había hecho. Me dijo que alguien del otro lado  le estaba diciendo que podía elegir quedarse más tiempo en la tierra, que podía cruzar cuando quisiera, pero le dije que pasara, que aquí todo era muy duro así que le dije ''hasta luego''.
Me fui a casa, donde mi hermano estaba en el ordenador mirando fotos de cuando éramos pequeños. Decidí comunicarme con él. Lo hice poniendo la pantalla en negro y escribiendo ''soy Violeta, ¿puedo aparecer sin que te asustes?''. Se lo pedí ya que sabía que él era algo miedica con estos temas. Contestó que por supuesto. Y aparecí, eso sí que agotaba algo. Se alegró mucho de verme. Intentó abrazarme pero sus brazos me traspasaron, yo todavía no tenía la experiencia como para hacerlo, pero seguro que era todavía más agotador. 
Estuvimos charlando un rato. Oí como mi madre le  preguntaba que con quién estaba hablando, pero le pedí que no le dijera nada de momento. Le conté mi plan para comunicarme con Víctor y con Luna. Dijo que pensarían que estaba loco pero le dije que yo podía aparecer para demostrarles que era cierto. Me preguntó que por qué no les aparecía y punto, y la respuesta era para no darles un susto de muerte.
Yo y Ángel nos dirigimos a casa de Luna. Mi hermano le contó de mi parte que  no pasaba nada por su enfado antes del accidente, que había sido mi culpa y que lo olvidara. A Luna le dio algo de respeto burlarse de mi hermano sobre un tema así,  pero le dijo a Ángel que le costaba creerlo. Mi hermano le dio la opción de que yo apareciera, pero Luna dijo que no hacía falta. Que le creía.
Me quité un peso de encima.
A continuación nos dirigimos a casa de Víctor, pero a él no le dio el mismo respeto. Le dijo a mi hermano que estaba loco, que no era posible, entonces aparecí. Víctor se desmayó. Ángel le mojó la cara y se despertó. Se quedó boquiabierto, mirándome. La sensación que me dio me permitió volverme sólida para abrazarle con fuerza. Me dijo que me  quería, y eso me dio fuerzas para permanecer sólida durante  un rato más. Le dije que a partir de ahora creyera a mi hermano, que siempre solía tener razón y nunca mentía. 
Entonces vi la luz, pero algo no me permitió marcharme. Un presentimiento, un mal presentimiento. Decidí quedarme a la espera de qué ocurriría.
Esa noche permanecí sentada junto a Víctor mientras él dormía. Cuando despertó no podía verme, pero me hice visible para decirle que tuviera cuidado, que algo malo estaba a punto de pasar. 
Se fue andando al cole. No  me separé de su lado. Cuando terminaron las clases lo estaba esperando. Fuimos juntos a su casa, y cuando estaba en la esquina de ésta un coche se abalanzó sobre él. Intenté empujarle para salvarlo, pero no pude, lo traspasé. Entonces me acordé de lo que me dijo la mujer de la capa con capucha negra. Esa mujer me dijo que no podemos cambiar lo que tiene que pasar. No podía creerlo, me dio muchísima pena, pero no pude evitar pensar que tal vez  así podríamos estar juntos eternamente. Y en ese momento vi salir su alma de su cuerpo, y vino a mi lado. Me dijo que todavía no veía la luz, y le contesté que no se preocupara, que solo debía despedirse de su familia. Yo también quería despedirme de mi hermano, y así lo hicimos.
Después de despedirnos los dos vimos la luz, y cruzamos. Nos encontrábamos en una playa, nuestra playa, esa tan preciosa donde habíamos vivido tantos maravillosos momentos de nuestra amistad, estaba lloviendo, y había una luna como  jamás la había visto, enorme y blanca, preciosa. Entonces se acercó hacia nosotros un grupo de gente, donde se encontraban Álex, mis abuelos, sus abuelos y un hombre de pelo y barba largos y blancos. También había animales, entre los cuales estaba mi antiguo hámster y su antiguo perro. ¡Qué felicidad me entró! 
El hombre nos dijo que podíamos elegir entre volver a nacer en ese mismo  momento, o permanecer en esa isla llevando una vida ''normal'' con nuestra familia y renacer cuando quisiéramos.
Está claro lo que elegimos. Decidimos estar juntos eternamente.




Telluna.

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